¿Por qué sigue existiendo la alta costura?
¿Es rentable para las marcas producir dos colecciones anuales de Haute Couture?
Como todos los años en los meses de enero y julio, crece la expectativa en los aficionados de la moda por saber qué van a mostrarnos los diseñadores más importantes en la semana de la moda Haute Couture 2025. La alta costura ha ido evolucionando hasta convertirse en una forma de artesanía y grandeza creativa. "Es una punta de lanza creativa, un laboratorio fantástico para la investigación, tanto en términos de artesanía como de innovación en el diseño", explica Ralph Toledano, presidente de Fédération de la Haute Couture et de la Mode de París (FHCM). "Es un espacio de libre expresión para los diseñadores y una ayuda excepcional para crear imagen de marca”. Pero, ¿Quiénes son los clientes que consumen alta costura? ¿Son suficientes para que sea rentable producir dos colecciones anuales? Y si no es así, ¿Por qué sigue existiendo la alta costura?
Empecemos por el principio. La moda haute couture nace en el siglo XVIII con Maria Antonieta, quien se dice compraba alrededor de 300 vestidos por año hechos a medida por su modista y sombrerera Rose Bertin, considerada por muchos como la “ministra de moda”. Pero si queremos entender cómo funciona la industria de la alta costura hoy en día tenemos que avanzar al siglo XIX, cuando Charles Worth fundó la primera casa haute couture en 1858. Worth cambió el concepto de sastre por el de diseñador, y si bien sus clientes más importantes seguían recibiendo prendas personalizadas, la mayoría elegía una selección de prendas prediseñadas por Charles para que sean hechas a medida en su taller. Aunque Worth no fue el primer ni el único diseñador que organizó su negocio de esta manera, su gran autopromoción le dio los títulos de "padre de la alta costura " y "el primer modisto".
Con los años, la moda haute couture fue moldeándose respecto a los eventos sociales, culturales y económicos que sucedían. Uno de los mayores impactos hacia esta industria fue la invención del Pret-a-Porter al rededor de los años 50´ y 60´, en donde varios diseñadores se sumaron a la tendencia de la moda ready to wear, que fue siempre rechazada por la escena de la alta costura francesa. No fue hasta 1962, cuando Yves Saint Laurent lanzó su primera colección pret-a-porter en un desfile (normalmente reservados para la alta cultura), que los diseñadores empezaron a ampliar sus clientelas incluyendo dos colecciones anuales de ready to wear en sus marcas. Sin embargo, la producción en masa no sustituyó a la alta costura, sino que coexistió con ella.
El problema es que su relevancia disminuyó progresivamente. Tengamos en cuenta que en 1950 existían 200.000 clientes que consumían alta costura, hoy son al rededor de 800 según la Féderation Française de la Couture, y la mayor parte de ellas vienen de Oriente Medio (principalmente de Emiratos Árabes) y China. Entonces, ¿Cómo es posible que sea rentable para una marca gastar miles de dólares en dos colecciones haute couture anuales si no hay muchos clientes que lo consuman? Hay tres razones importantes: Para empezar, hoy en día los desfiles de alta costura son la mayor promoción que tiene una marca para vender sus perfumes, accesorios y colecciones pret-a-porter, como es el caso de Jean Paul Gultier o Viktor&Rolf. Y si bien este es el caso en la mayoría de las marcas, hay otras que toman las colecciones haute couture como un lugar de expresión y libertad creativa para el diseñador, como Daniel Roseberry en Schiaparelli o Demna Gvasalia en Balenciaga que presentan colecciones con un profundo arte conceptual detrás. Otras marcas, como Chanel, Dior y Elie Saab, suelen arraigarse al motivo principal de la alta costura, es decir enfocarse en presentar colecciones para cultivar nuevos clientes y construir un negocio adecuado.
En resumen, las colecciones haute couture pueden tener un propósito promocional, de marketing, creativo o de ventas, pero personalmente no creo que se necesiten razones de sobra para crear y producir arte. Schiaparelli, Robert Wun, Maison Margiela, Thom Brown, son marcas que nos demuestran cada año el ingenio, belleza, esfuerzo, expresión y concepto que los diseñadores y artesanos conciben en cada colección de alta costura, y como aficionada de la moda la semana haute couture es de mis favoritas del año.
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